El cerebro enojado y la salud

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Estar enojado responde a una neurobiología particular en el cerebro y también tiene un propósito, aunque no se vea a simple vista.  El enojo es una más del repertorio de emociones que tenemos los seres humanos. La cosa es enojarse adecuadamente pues también tiene un efecto en la salud.

Ponerse de malas es algo tan natural como estar de buenas. Quien dice que nunca se enoja sabemos que miente.  El enojo es una reacción neurobiológica que aparece cuando nos sentimos invadidos, ya sea física o simbólicamente. Sin embargo, culturalmente no es muy bien visto en occidente. Los mandatos culturales que hemos recibido a lo largo de la vida nos orillan a reprimir la agresión que podemos sentir en un momento dado. De niño mis padres me decían: “El que se enoja pierde”. Lo que me parecía bastante contradictorio pues yo veía la cara de enojo con la que me lo decían, al igual que la que ponían maestros y otras figuras de autoridad.

Ellos actuaban los mandatos culturales que a su vez habían recibido de sus propios padres y de la cultura. Y es que ¿quién quiere estar cerca de una persona enojada? Para muchos no es la primera opción y tiene sus razones así como sus consecuencias.

 

El enojo en el cerebro

Cuando nuestro cerebro detecta una posible amenaza en el entorno, o incluso cuando imaginamos o recordamos alguna situación  de amenaza real o simbólica a lo que consideramos nuestro “territorio” –puede ser nuestro cuerpo, casa, auto, propiedades, familia, seres queridos, profesión, lugar de trabajo, ideologías, valores, status, etc.-  se activa el tronco cerebral. Esta área es  bastante instintiva pues una de sus funciones es mantenernos vivos.

Para no quedarnos en lo más instintivo, se activa entonces  nuestra amiga la amígdala  que junto con otras áreas del cerebro como el núcleo accumbens, el tálamo y el hipocampo forman el sistema límbico o emocional. Si nuestro cerebro y mente confirman que efectivamente existe una amenaza real o simbólica para uno mismo o para otra persona, entonces es cuando puede aparecer el enojo. Se dilatan las pupilas, incrementa el ritmo cardiaco, se interrumpe  la digestión y cualquier otro proceso para movilizar la sangre hacia los brazos y piernas y se libera adrenalina, noradrenalina y cortisol que nos preparan para enfrentar la amenaza.

Se activa también la corteza cingulada anterior, que se encarga de centrar la atención para tratar de restablecer el equilibrio que teníamos antes de enojarnos. Una vez que todo esto sucedió, por fin entra a trabajar la corteza prefrontal, que es la encargada de evaluar  la situación en contexto, planear estrategias, ver a futuro, medir las consecuencias de nuestros actos y regular nuestras emociones. Lo malo es que ésta entra en escena demasiado tarde, unos cuantos milisegundos después del sistema límbico. Por eso cuando estamos enojados cuesta más trabajo pensar, ser ecuánimes y es muy fácil seguir los impulsos de los que nos podemos arrepentir después.


El enojo puede proteger la inocencia que está en peligro, salvar a un niño de un abuso, a un animal,  a otra persona de una injusticia o a uno mismo. Esa es su función.


 

Es normal enojarse 

Aunque los disparadores del enojo varían de una cultura a otra, y de una persona a otra, vemos que el enojo es una reacción instintiva y neurobiológica normal del ser humano. No es malo enojarse, pues hacerlo puede proteger la inocencia que está en peligro, salvar a un niño de un abuso, a un animal,  a otra persona de una injusticia o a uno mismo. Todo eso lo permite el enojo y esa es su función.

 

No se trata de ir por ahí dejando libre al hulk que se despierta cuando algo nos amenaza pues si así fuera ya no habría humanidad.  En el extremo opuesto está la noción de “no hay que enojarse” pues no es “bueno”.  Incluso algunas tradiciones conciben al enojo como un veneno para el alma por lo que hay que evitarlo a toda costa.

Y vaya que tienen razón… hasta cierto punto, pues cuando el enojo es frecuente, los niveles altos del cortisol y norepinefrina segregados con cada enojo tienen un efecto nocivo en el cuerpo, llevándolo a incrementos de citocinas proinflamatorias y reduciendo las defensas del sistema inmunológico. Por si fuera poco el enojo desbordado pone a prueba a nuestro cerebro resiliente, descarrilando nuestra resiliencia no pocas veces. 

Pero como todo en la vida tiene varias aristas, no enojarse o reprimir el enojo cuando aparece también tiene consecuencias graves para la salud. Pues al hacerlo el cuerpo tiene que liberar una gran cantidad de endorfinas para mantener el cuerpo “anestesiado” y no sentir el enojo o la ira. Cuando estas dosis son altas y frecuentes afecta nuestro metabolismo, ya que suben los niveles de glucosa y desciende la insulina, siendo esta incapaz de combatir la glucosa es cuando puede desarrollarse la Diabetes Mellitus tipo 2.1

 

Enojo saludable

Como puedes ver ambas posturas, la del “hulk” incontrolable y el sereno “nunca me enojo”  tienen repercusiones en nuestro sistema inmunológico y por consecuencia, en nuestra salud.  Más bien de lo que se trata es  aprender a enojarse saludablemente.  ¿Qué?  ¡Sí!, enojo saludable es aquel que nos permitimos sentir -sin reprimirlo cuando aparece- pero sin aventar al hulk a los demás. Contenernos cuando estamos enojados requiere un esfuerzo consciente si es que hasta ahora no lo has desarrollado.  

La plenitud mental es una herramienta excelente que puede ayudarnos a dejar surgir el fuego del enojo sin hacerlo más grande para no hacer ni decir cosas que podamos lamentar después. Hacerlo requiere cierta práctica y es mucho más efectivo si es acompañado de un profesional en estos temas, sobre todo cuando existe enojo suprimido por años, algo que a mí me pasó y que tenía efectos negativos en mi salud física y mental.  Para esos casos  la psicoterapia que integra plenitud mental es muy útil, pues en un entorno protegido puedes aprender a navegar a través de ese enojo de forma saludable, sepas de dónde viene o no,  y evitar sus efectos no deseados en tu salud.

Se dice más fácil que hacerlo, pero por propia experiencia te puedo decir que navegar por el enojo de manera saludable acompañado, acompañada puede ser muuuuy liberador. 

 

Referencias:

1.- Conferencia del Dr. en Neurociencias Mario Martinez:  Embodying The Four Immeasurables

 

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Edgard Ramirez
Edgard Ramirez
Viajero de nacimiento, coach y psicoterapeuta especializado en hipnosis ericksoniana por elección. Te ofrezco herramientas para reinventarte desde ésta y las neurociencias, pues acelera el cambio y la resolución de problemas de mis clientes.

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