Sin vulnerabilidad no hay resiliencia

Tiempo de lectura: 7 minutos

 

La vulnerabilidad es lo último que quiero que veas en mí, pero es lo primero que busco en ti.

Brené Brown

 

Estoy hincado en el suelo levantando las palomitas que me acaba de comprar mi papá en la dulcería y que regresando a la sala en las escaleras del teatro tiré por accidente. Mi papá parado junto a mí me regaña con voz fuerte por el “gran” error de haberlas tirado y me dice justo cuando anuncian la tercera llamada y el público se calla: “Ay Edgard, por eso no dejan meter comida al teatro”. Parece que todos en la sala escuchan y me voltean a ver. De entre los que pasan  a mi lado y miran la escena alcanzo a escuchar algunos decir: ¡Qué cochino! A mis 9 años y frente a toda esa gente acababa de experimentar uno de los momentos de mayor vulnerabilidad y vergüenza en mi vida.

 

Vulnerabilidad un extraño conocido

Todos sabemos cómo se siente la vulnerabilidad, aunque no le llamemos así. Esa sensación antes de pasar al frente de todos -¡y cuando ya estás arriba del escenario!, cuando le pides a alguien que sea tu pareja, a punto de entrar a una entrevista de trabajo, cuando entras a una fiesta y todos se te quedan viendo, mientras esperas los resultados de un estudio médico o cuando tu jefe te llama para darte retroalimentación. Aparece cuando existe el riesgo de que se burlen de nosotros, de ser criticados o rechazados y por eso le huimos. Pero nos guste o no la vulnerabilidad está presente en nuestras vidas.

 

Resiliencia = ¿Invulnerabilidad?

Como bien dice Brené Brown, profesora, autora e investigadora del tema de la Universidad de Houston y de quién te recomiendo veas desde ahorita sus pláticas en TED Talks y leas sus libros,  existe el mito popular que ser vulnerable es igual a ser débil. Por eso las personas construimos armaduras y corazas alrededor de nosotros, intentando protegernos de todo ataque, burla, etc. Muchos consultantes con quienes he trabajado me dicen que ellos son muy resilientes porque son “fuertes de carácter” y que  a ellos “nada” les afecta. O sea dicen ser invulnerables. Ese es el gran error de creer que resiliencia es igual a invulnerabilidad y te voy  a ir explicando por qué.

Todos hemos vivido momentos de gran vulnerabilidad en nuestra vida. Sabemos que no es cómoda. La respuesta en nuestro cerebro ante esas situaciones es la misma que si hubiera un jaguar frente a ti listo para darte una buena mordida. Es la respuesta de amenaza, de huida, lucha o parálisis. Si a esto agregamos que nuestro  cerebro es el órgano más social y que responde ante el rechazo social activando las mismas áreas que procesan el dolor físico podemos comprender porqué evitamos a toda costa esos momentos de vulnerabilidad e incertidumbre

Esos escudos protectores que muestran una imagen hacia afuera muy distinta de lo que somos en el interior tienen un alto costo.

  • Nos aleja de nuestra esencia pues vivimos desde la “identidad” de la armadura, máscara o escudo que hemos creado.
  • Comenzamos a vivir desde el “deber ser”
  • Queremos controlar a todo y a todos, y cuando no sale como pensamos, nos frustramos, llega la ansiedad, depresión, etc. 
  • Impide entrar en intimidad con otras personas
  • Limita la conexión humana
  • Tanto evitamos el fracaso que ni siquiera hacemos intentos de arriesgar algo. (Jugar a la “segura”).
  • Frena la creatividad e innovación
  • Nos empequeñecemos para no destacar porque nos podrían criticar
  • Ahoga la alegría de vivir al suprimir las emociones que sentimos.

 

Evitar la vulnerabilidad es como vivir aguantando la respiración

Es como si viviéramos “contracturados” para evitar situaciones que nos recuerden lo vulnerables que somos y esto lo he visto una y otra vez en consultantes y en organizaciones. Hay personas que invierten un montón de tiempo en justificar por qué están en sesión conmigo. En muchos casos les cuesta trabajo llegar a la parte de pedir explícitamente ayuda/apoyo pues eso implica ser vulnerables. Dicen que todo está bien, pero que solo necesitan una “estrategia” para  su situación. ¿Dónde habré visto esto antes? ¡Ah sí! Yo pasé por ahí y sé lo que es evitar a toda costa sentirse vulnerable. La primera vez que tomé terapia estaba en la universidad y el simple hecho de mostrar alguna emoción frente a una persona que apenas conocía no me daba miedo, me daba PAVOR.  En ese entonces yo también quería estrategias para el cúmulo de emociones que traía atoradas. “Una estrategia con pasos claros que evite sentirlas por favor.”  ¡Ajá!

 

Lee aquí: ¿Qué hacer con las emociones? Déjate sentirlas

 

Por eso buscamos libros y cursos sobre fórmulas, métodos,   o sea un procedimiento que creemos poder  “controlar” para salir del atorón. Cualquier cosa que no implique tocar nuestra vulnerabilidad. Me decía un chico en sesión  a principios de la cuarentena que había llevado muy bien esta etapa de confinamiento, que todo lo tenía bajo control y que justamente sólo quería algunas “estrategias” por si se ofrecía.  Si algo trajo esta pandemia a todos fue un cúmulo de emociones, desde el miedo, el enojo, ansiedad, tristeza, la frustración por el duelo de perder nuestra “normalidad”, etc. Nos recordó a todos lo vulnerables que somos.

Te doy otro ejemplo. Me llegó en la semana un correo de una empresa que vende su método “infalible” para crear resiliencia organizacional en unos cuantos pasos. Ya sabes, los “X” tipos de resiliencia que hay,  las listas con los “X” secretos de la resiliencia, etc.  Como si la resiliencia -y más a nivel organizacional, fuera una receta que nos ahorra todo esto de la vulnerabilidad.  No han entendido de qué se trata.

 

Vulnerabilidad cuna de la resiliencia

Curiosamente es desde ese lugar vulnerable donde surge la resiliencia. O sea la capacidad  de afrontar y recuperarnos de las adversidades de la vida. De otra forma si eres un gran super héroe/ heroína  ¿De qué te recuperas si nada te afecta? Si eres tan valiente ¿Por qué no te atreves a muchas cosas? Si eres así siento decírtelo, pero no eres resiliente, lo que haces es que evitas sentirte vulnerable, aunque te cuentes una historia en tu cabeza de que eres muy “fuerte” y valiente.  Créeme, ya pasé por ahí. 

Ser resiliente implica dejarte SENTIR las emociones que cada situación despiertan en ti y a pesar de ellas responder de forma flexible, estar abierto al aprendizaje y recuperarte de todos tus fracasos pues si los vives es que te atreviste. Por eso es que la Resiliencia implica ser vulnerable,  vivir una vida humana con las dificultades que esta tiene. Implica a veces dejarte caer destrozado/ destrozada, soltar tus escudos que no te han dejado vivir plenamente,  juntar tus piezas,  reconstruirte y volverte a levantar. Te lo digo por experiencia y para ello la autocompasión es un gran aliado. 

Justo como dice Brené Brown, de la vulnerabilidad nace el valor, la creatividad, la compasión, la conexión humana, el amor y el valor.  No hay relaciones de pareja satisfactorias sin vulnerabilidad. De hecho ella menciona que un predictor del valor de una persona es el grado en el que está dispuesta a colocarse en una posición de vulnerabilidad.

 


No puedes amar a alguien si no estás dispuesto a que te rompan el corazón.

Brené Brown


 

Vulnerabilidad y autenticidad

También desde la vulnerabilidad nace la autenticidad, algo que a muchos les asusta pues implica entrar en la cancha y mostrarte como eres, aun con los riesgos de ser criticado.  Las personas y organizaciones que dicen ser resilientes  pero que no quieren ser vulnerables, no son auténticas, hacen lo que los demás hacen aunque se digan líderes, pioneros y originales.  Son seguidoras de otras, juegan a la “segura”, evitan cualquier riesgo, quieren métodos y estrategias probados y comprobados. Lo que sea que evite su vulnerabilidad.

 

 

Mira este video de abajo, una muestra de vulnerabilidad en la que el profesor “comete” un error deliberadamente par dar una gran lección a sus alumnos. Este video de Fearless Soul fue inspirado por una historia que se comentaba sobre mi tío, Albert Einstein, quien hizo lo mismo, cometer un error deliberadamente para recibir la crítica y burla inmediata de sus alumnos. Mi tío después de que se callaron les dijo:

 

“A pesar de que analicé 9 problemas de forma correcta nadie me felicitó, pero en cuanto “cometí” un error empezaron a reír. Si una persona es exitosa la sociedad notará el mínimo error. No dejes que la crítica destruya tus sueños. La única persona que no comete errores es aquella que no hace nada”.

 

La Resiliencia es vulnerabilidad en acción

Brown  menciona que ser vulnerables implica bajar a la “arena” (estadio), exponerte, ensuciarte, levantarte, o sea ser vulnerable en una tierra salvaje. Y me encanta cuando dice que no pongas atención a los comentarios de quienes están en los lugares baratos, allá arriba en las gradas. Toma aquellos de quienes están  abajo en la arena, exponiéndose igual que tú, atreviéndose, siendo vulnerables.

 Y lo que son las sincronicidades de la vida, pues escribí un artículo en 2010 cuando yo ni siquiera hablaba de vulnerabilidad como tal ni tenía idea de quién era Brown.  El artículo era de la psicología del éxito y terminaba diciendo cómo éste implica bajar a la cancha, a pesar de los gritos e insultos de los que están en las gradas gritando a quienes estamos ahí abajo,  mostrándonos como somos, cometiendo errores, cayéndonos, exponiéndonos, atreviéndonos,  viviendo, aun si a veces se nos caen las palomitas al suelo y nos detenemos para levantarlas.

 


Habrá momentos que siendo independiente  se sienta muy atemorizante, muy difícil y te haga dudar de tu habilidad para salir de la incertidumbre. Alguien en algún lugar te dirá “No lo hagas, no tienes lo necesario para sobrevivir a la tierra salvaje”. Aquí es cuando tocas el fondo de tu corazón salvaje y te recuerdas a ti mismo/misma: “Yo soy la tierra salvaje”

Brené Brown


 

Explora esa tierra salvaje

 

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Edgard Ramirez
Edgard Ramirez
Viajero de nacimiento, coach y psicoterapeuta especializado en hipnosis ericksoniana por elección. Te ofrezco herramientas para reinventarte desde ésta y las neurociencias, pues acelera el cambio y la resolución de problemas de mis clientes.

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